La mejora de las condiciones técnicas de un producto resulta esencial puesto que propicia uno de los elementos que más suelen tener en cuenta creativos y usuarios, la jugabilidad, es decir, la existencia de un desarrollo lógico, fluido, no demasiado complicado (pero tampoco excesivamente simple) y, sobre todo, exento de contratiempos y sobresaltos derivados de deficiencias en la configuración técnica del producto. Una vez que han sido considerados todos los elementos y el proceso de desarrollo del juego está muy próximo a su finalización, en la línea de cualquier lanzamiento de productos/servicios, se suele realizar una “demo” sobre la que se testa el producto a modo de control de calidad, tanto en lo referido a la opinión del público, como a todo aquello que afecta al funcionamiento concreto del producto.